martes, 31 de mayo de 2011

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE SER ANALISTA DE ORIENTE MEDIO

Para ser analista de Israel y Oriente Medio en la prensa española uno necesita de muchas cosas. Para empezar, tiene que saber escribir, además, tiene que tener ideas y, en ciertos casos, es imprescindible que sea antiisraelí pero, también tiene que tener un medio de comunicación que le publique los artículos o que le invite a las tertulias. Sin embargo, hay una cosa que parece no ser necesaria: me refiero a tener conocimientos y de saber de hechos.

En ocasiones encontramos artículos de opinión escritos por periodistas y analistas cuyas opiniones están muy estructuradas pero que, tristemente, se destacan por una lamentable falta de conocimientos. Unas veces se basan en la propaganda antiisraelí, otras simplemente en rumores, en medias verdades e incluso en información inventada. De este modo, más que transformar los hechos en opiniones, sus opiniones son los que reajustan los “hechos”.

No estoy hablando de todos los analistas, ni siquiera de los que escriben en un medio de comunicación u otro, pero el resultado es muy problemático. Los lectores de ciertos medios de comunicación son alimentados con esa desinformación. En otras palabras, esos periodistas engañan a sus lectores.

Esta semana he encontrado dos ejemplos muy llamativos al respecto, el primero es el artículo titulado “Diccionario de Oriente Próximo” de Miguel Ángel Bastenier, a quien no le basta escribir un artículo de opinión, además pretende escribir un “diccionario” sobre Oriente Medio con el que explicar a los lectores de El País la realidad.

No cabe duda de que Bastenier tiene su propia definición acerca de lo que es una entrada en un diccionario y, para el que no lo sepa, pone en su artículo algunos ejemplos de ello al tiempo que aprovecha para pasar unos hechos bajo su perspectiva de la situación actual. La pena es que cometa tantos errores… Algunos de ellos se deben a falta de conocimiento, como cuando cita mal la resolución 242 (dicha resolución trata de una retirada israelí de territorios y no de “todos” los territorios, además de que olvidó mencionar que esa resolución también habla de una “paz justa y estable” y de garantizar que Israel, entre otros países, vivirá sin estar amenazado). Otros se basan en confusiones, como cuando habla de los refugiados palestinos. A pesar de lo que piense Bastenier, la guerra de 1973 (la Guerra de Yom Kippur) no tiene nada que ver con el asunto de los refugiados palestinos. Y tampoco la guerra del 67 (la Guerra de los Seis Días) tiene que ver con el asunto del derecho de retorno, ya que los refugiados de la guerra del 67 podrán volver a vivir en los territorios del futuro estado palestino. El problema de los refugiados es el que surge a partir de 1948 y al que dediqué mi anterior post (“La verdadera historia de la nakba”).

No sé si Bastenier simplemente se confundió, o es que no lo repasó bien o, en el peor de los casos, quizá intentó ocultar el hecho de que los palestinos, o como mínimo algunos de ellos, todavía piensan que se puede luchar contra la existencia del estado de Israel a través de la llegada de más de 4 millones de palestinos a su territorio. Todo ello por supuesto después de un futuro acuerdo de paz y de la creación de un estado palestino. De modo que de facto se finiquitaría así el concepto de “dos estados para dos pueblos”.

Pero la cita más interesante de las que usa Bastenier procede de un libro de una colega suya en El País, Ana Carbajosa. Cuando el autor hace referencia a las negociaciones, cita a “una colona en los territorios”. ¡Vaya fuente fiable! Esa colona, según el parecer de Bastenier, “reveló” la política de Israel de sólo negociar porque los estadounidenses lo quieren así. Lamentablemente para Bastenier, los hechos no están de su parte. Y no lo están porque Israel ha negociado con los palestinos durante la mayor parte de los últimos 18 años. Unas negociaciones que nos ha llevado en dos ocasiones a un intento de firmar un acuerdo de paz, ambos intentos rechazados al final por los palestinos. Tal vez por miedo a llegar a la paz… Y un miedo que parece compartir el propio Bastenier.

El segundo ejemplo, mucho más extremo, es el del columnista Javier Nart que en su artículo “Israel y los hechos” presenta su punto de vista respecto a Israel. Es muy lamentable que a pesar de su mirada crítica hacia Israel, se haya olvidado de mirar los hechos.

Y no hace falta leer el artículo completo, basta con el primer párrafo en el que dice que “desde 1947 Israel sistemáticamente ha utilizado su aplastante y eficaz fuerza militar…”  Eso es un engaño deliberado, una mentira. ¿Qué tipo de fuerza “aplastante” tenía Israel en 1947 o en 1948? Javier Nart se alista en la línea propagandística pro-palestina que intenta cambiar la historia y lo hace con mentiras. La verdad es muy simple, tras la Resolución 181 (la que establece la Partición) y que, para recordárselo a Bastenier y a Nart, Israel aceptó mientras que los árabes no lo hicieron, siete ejércitos árabes atacaron el recién nacido estado de Israel con más soldados y con más armamento del que disponía el ejército creado por el estado de Israel (esta tabla muestra a la derecha la cantidad que tenía Israel frente a la cantidad que tenían los ejércitos árabes).

¿Un ejército sin ni siquiera un avión de combate y con un solo tanque (que no tenía cañón) es la “aplastante y eficaz fuerza militar” a la que se refiere Nart? Aparentemente tampoco destaca como analista militar.

Los ejércitos árabes atacaron a Israel con un solo objetivo, el de destruirlo y no para negociar la paz. Sin embargo eso no le hace a Nart reconsiderar su posición, de hecho, incluso se podría entender que apoya ese objetivo cuando deslegitima en su artículo la propia existencia de Israel.

Y sigue con más medias verdades, por no decir mentiras. ¿Cuántos historiadores israelíes conoces, Sr. Nart? Déjame adivinar. Uno solo. Ilan Pappe… pero tengo una sorpresa para ti. No sólo no es el único historiador israelí sino que además es un historiador muy criticado por muchos en la academia israelí de la historia por mostrar los hechos de una forma inexacta e incompleta. Es el ejemplo del historiador que escribe su historia a partir de su ideología..

Sólo puedo imaginar lo que habría escrito Nart hoy si los ejércitos árabes hubieran ganado la guerra de 1948. Y estoy seguro de que no habría mencionado nada sobre justicia o sobre paz.




Lior Haiat
Portavoz de la Embajada de Israel