Mientras hay acontecimientos que honran a aquellos
que participan en ellos y, llegará un día en el que podrán decir a sus hijos y
nietos: "Yo estuve allí, formé parte de ello", hay otros que manchan
a todos y cada uno de los que se ven implicados. En ocasiones se trata de una
mancha personal y en otras esa mancha se hace tan grande que alcanza incluso a organizaciones
y estados enteros. En este tipo de acontecimiento, el honor recaerá precisamente
en aquellos que no tomaron parte, mientras que los que sí lo hicieron tendrán
que dar explicaciones, ofrecer disculpas y plantear justificaciones acerca de
su contribución al mismo.
Esta semana tenemos un buen ejemplo de lo que estoy
diciendo en un evento que tiene lugar en Teherán. La Organización de Países No
Alineados (tal vez el último y arcaico reducto de la Guerra Fría) celebra su
XVI cumbre en el Patio del Presidente de Irán, lo cual se está convirtiendo en
la peor farsa propagandística de los últimos tiempos y que va a arrastrar a
todos sus participantes a la fiesta privada del régimen de los Ayatolás en su
lucha contra Occidente. Y van a ser utilizados, en algunos casos en contra de
su propia voluntad, como los extras de la campaña publicitaria que los iraníes
están produciendo.
No me cabe duda de que bajo la perspectiva histórica
esta cumbre va a suponer unos de los episodios más oscuros en la existencia de
dicha organización, de sus participantes y de los países y organizaciones que
ellos representan.
Cuanto menos desde el punto de vista del régimen de
los ayatolás, la llegada de unos 50 jefes de estado y del Secretario General de
la ONU supondrá un símbolo de legitimación del régimen y de su agresiva política,
tanto dentro de sus fronteras, de lo cual fuimos testigos tras las elecciones
de 2009, como en el exterior como estamos viendo en relación a su carrera
nuclear militar, que va en contra de todas las convenciones internacionales que
el propio Irán ha firmado. Y a todo ello hay que sumar últimamente el fuerte
apoyo que ha otorgado el gobierno de Teherán al carnicero de Damasco, Bashar el
Asad, que durante el último año y medio ha asesinado a más de 20.000 de sus
ciudadanos, aparentemente siguiendo la tradición "sagrada" de la
familia Asad, puesto que camina tras las huellas de su padre en la masacre de
Aljama del año 1982.
Sin embargo, no puedo dejar de mencionar otra
cuestión en relación a la mancha que ensuciará a los participantes en la
producción iraní. Y es que debo destacar que hay quien está invitado a
participar pero que ha declinado la invitación. Es el caso, por ejemplo, de
Turquía que fue invitada (a pesar de no ser miembro de la Organización de
Países No Alineados ya que pertenece a la OTAN) pero que rechazó acudir con sus
altos dignatarios a causa de las masacres en Siria y la involucración de Irán
en las mismas, y acabó por enviar a funcionarios de bajo nivel. También es el
caso muy especial del nuevo presidente egipcio Mohamed Mursi, cuyo país ha
presidido la organización estos últimos años y que ha decidido reducir al
mínimo su estancia en Teherán, que se limitará al traspaso de la presidencia. Incluso
la organización terrorista Hamás, cuyos líderes fueron invitados a participar
como invitados especiales de Ahmadineyad, han rechazado la invitación recibida
debido a los ríos de sangre del pueblo sirio.
Y es que el hecho de que una organización terrorista
como lo es Hamás tema que su "honorabilidad" sea manchada debido a un
abrazo con Ahmadineyad, para mí debería ser un claro y rotundo mensaje, también
para todos aquellos representantes de organizaciones y estados que sí
participarán, acerca de la naturaleza del régimen de Teherán.
Lior Haiat
Portavoz de la Embajada de Israel